8. La Segunda Guerra Mundial y el Arte

Contenidos

CRITERIOS

  • Comentar la evolución escultórica europea, especialmente relevante en las obras de Henry Moore, Antoine Pevsner y Naum Gabo.
  • Analizar las claves narrativas del género del «suspense», especialmente en la filmografía de Alfred Hitchcock.
  • Describir las claves de la comedia ácida o amarga, comentando, entre otras posibles, las películas: «To be or not to be” Ernst Lubitsch y «El gran dictador» Charlie Chaplin.

CONTEXTO HISTÓRICO

La vía de tren que conduce al campo nazi de Auschwitz. 

La vía de tren conduce al campo nazi de Auschwitz.  / EFE / DAREK DELMANOWICZ

La Segunda Guerra Mundial (1941-1945) marcó un antes y un después en las conciencias del siglo XX. Antes de la guerra hablamos de una Europa de las vanguardias. Durante la primera mitad del siglo XX, surgieron numerosas corrientes artísticas que deseaban renovar y transformar la visión del arte tradicional y arcaica, que había persistido a lo largo de los siglos.

La llegada al poder de los fascismos en el periodo de Entreguerras rompió con este proceso creativo. Los artistas fueron  rechazados por los totalitarismos,  consideran sus obras  como un  arte poco patriótico. Los artistas tildados como degenerados sufrieron  sanciones. El Tercer Reich lo definía como “productos enfermos de locura”. Nombres conocidos como Marc Chagall, Edvard Munch, Emil Nolde, e incluso Pablo Picasso estaban bajo esa etiqueta.

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El fin del conflicto supuso que salieran a la luz los horrores de la guerra. Europa quedó desolada, murieron millones de personas y no solo en el campo de batalla. La existencia de los campos de concentración fue la muestra de uno de los exterminios más despiadados que se recuerda. La sucesión de imágenes, fotografías y documentales mostraban la crudeza del conflicto, e inspiró a algunos artistas. Destacamos por ejemplo el conocido Osario de Picasso, 1945 en referencia a los campos de concentración.

La II Guerra Mundial tuvo un impacto brutal en intelectuales, artistas y filósofos. La persecución nazi a los artistas fue sistemática, sobretodo desde la ocupación de Francia en 1945, provocando el desmantelamiento de las vanguardias y que la mayor parte de los artistas huyeran, muchos de ellos a EEUU. Como consecuencia de esta situación:

  • El epicentro de innovación artística se desplaza desde la capital francesa hasta Estados Unidos que consolida su papel primordial en la modernidad mundial, frente a  la desolación europea.
  • El rechazo de régimen nazi provocó la emigración de grandes artistas europeos al nuevo continente, algunos para salvar su vida.
  • En pintura y escultura se consolida la abstracción como modo de expresión artística, surge el expresionismo abstracto desarrollado en Estados Unidos a partir de artistas como J. Pollock y su Action Painting, Kooning o Mark Rothko.
  • Aparece una nueva arquitectura que rompe con las tradiciones occidentales, y con cierto compromiso social.

Podemos concluir sobre la incidencia de la II Guerra Mundial en el arte:

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Pollock. Expresionismo abstracto. 1940
  • En primer lugar, el triunfo de un arte nuevo que se asocia con la modernidad y el progreso. El expresionismo abstracto, como una nueva forma de expresión alejada del mundo convencional, y que muy pronto tuvo que hace frente a las manifestaciones para la grandes masas.
  • Y por último que la reflexión sobre los horrores de la guerra ocasionó multitud de reacciones y gran variedad de manifestaciones artísticas.

7. El Arte y la Gran Depresión.

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La Gran Depresión. Fotografías de Dorotea Lang.

CONTENIDOS

INTRODUCCIÓN. LA GRAN DEPRESIÓN DE LOS AÑOS 30. CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL. Vídeo para entender los Felices Años 20 y la Gran Depresión

Autorretrato en un Bugatti Verde. Comentario.

Autorretrato de la artista polaca Tamara de Lempicka, pintado en París en 1929. Fue un encargo para la portada de la revista de moda alemana Die Dame  para celebrar el independencia de la mujer. Es uno de los retratos más conocidos e icónicos del  Art Deco.

Análisis
La obra es un pequeño óleo sobre tabla (35×27 cm) que reúne las características técnicas y artísticas del Art Deco y de la pintura de la artista.

Tamara Lempicka se retrata como una mujer independiente y elegante conduciendo un Bugatti verde símbolo de lujo y modernidad. Los Bugatti son los coches más potentes de los años 20 (ella sólo tuvo un Renault amarillo). Se considera un homenaje a Isidora Dunca, bailarina, para muchos la creadora de la danza moderna, que murió a los 50 años en un accidente de tráfico en Suiza. La leyenda dice que estrangulada por el chal que llevaba al cuello al enredarse en la rueda del Bugatti que conducía.

La obra representa muy bien el espíritu de los Años 20, por un lado las ganas de vivir, una vez superada la tragedia de la Primera Guerra Mundial. Por otro lado, la figura femenina comenzó a ser una pieza clave de la modernidad, las mujeres ya habían demostrado su valía en la Gran Guerra y ahora, luchan con fuerza por tener su lugar.

La composición del cuadro la resuelve con un primer plano cerrado de una mujer al volante posando sobre la puerta izquierda de un deportivo, con mirada intensa, tez anacarada, cabellos rubios, nariz griega y labios rojos. . Lempicka se retata como una mujer emancipada, elegante, femenina, sensual, urbana,moderna (como lo demuestra a través del coche, vestimenta, peinado y maquillaje). También tiene el toque garçonné, palabra francesa de moda en los años 20 para referirse a las mujeres que reivindicaban los derechos y la igualdad de género adoptando una figura andrógina.

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Utiliza un dibujo preciso y firme que delimita las formas y planos geométricos que componen la obra. Los trazos recuerdan al Cubismo.

Predomina una paleta de colores donde el verde y gris metalizado dan paso a la parte central de la escena: el rostro. En él destacan unos ojos empolvados, firmes, insinuantes, y unos labios rojos retadores, también transmite fuerza la mano que sujeta con decisión el volante. En la composición tienen un papel fundamental los contrastes de luces y sombras.
Esta obra hace un guiño al movimiento futurista, caracterizado por su fascinación por la velocidad, la tecnología y la vida urbana.

Comentario

Tamara de Lempicka, pintora rusa muy destacada en los inicios del siglo XX como retratista y como representante del ‘Art Decó’, es una de las pocas artistas que tuvieron éxito en vida aunque con posterioridad su obra quedó relegada al olvido.
Vivió en el periodo de entreguerras, durante los años 1918 y 1939, cuando la Primera Guerra Mundial había llegado a su fin y el mundo aún no era consciente de que otra gran guerra estaba a punto de estallar.
Lempicka pertenece a una familia adinerada, vinculada con el mundo de las artes. Estudia en Suiza, veranea en San Petersburgo y vive en París, y es aquí donde empieza a ganar fama entre la alta sociedad parisina gracias a sus distinguidos y glamourosos retratos.
En los albores de la Segunda Guerra Mundial se marchó a América.
La afectividad y ternura por las mujeres resultará evidente en una obra que se centrará en retratos femeninos; apenas hay cuadros de hombres.

Fue considerada el símbolo de los locos años 20, una mujer adelantada a su tiempo, autosuficiente y con una creatividad sin límites, y cuya vida se apagó mientras dormía a los 82 años. Por expreso deseo de su hija sus cenizas se funden hoy con las del volcán Popocatépetl (Méjico).
En sus obras retrata el nuevo paradigma de la mujer de los años 20 y 30, mujeres que pretenden emanciparse, que fuman, conducen su propio
coche, adoptan una indumentaria un tanto andrógina, con cabello bob o a lo garçon, hacen deporte, viajan y disfrutan de la vida…Muchos retratos son desnudos y en ocasiones, muestra abiertamente escenas de homosexualidad femenina.
Los cuerpos que pinta suelen ser muy escultóricos, con formas rotundas, como si fueran estatuas clásicas pero sin estar basadas en las proporciones
perfectas del canon griego.
Las miradas de los retratados suelen ser melancólicas, tristes o pensativas. Consideraba que se autorretrataba en todas sus obras.
Sus referentes estéticos son muy variados: oscilan entre la pintura italiana del Renacimiento, las odaliscas del neoclásico francés INGRES y sobre todo el influjo del Cubismo. Las líneas depuradas, facetadas y geométricas que dominan su obra también nos remiten a Picasso, y no solo al cubista, sino también al más clásico de la “vuelta al orden” de los años 20.
Entre sus profesores en París destacan André Derain y el neocubista André LOTHE (1885-1962). Sin duda Lothe es el que más profundamente marcó
su obra pictórica y de él asimiló un cubismo “blando”. Según Alain Blondel, Lempicka consiguió un proceso de síntesis sorprendente y único en sus
obras entre el arte renacentista y el neocubista.

Autorretrato en un Bucatti verde es una de las obras más representativas de Tamara Lempicka.

6. Los Felices Años Veinte. El Art Decó

Criterios

OBRAS ANALIZADAS:

RECURSOS: apuntes y presentaciones.