10. El cine español en la Transición

 

fcom – Universidad de Sevilla

La Transición española fue, desde el punto de vista cinematográfico, uno de los periodos más productivos del cine español. Desde los tiempos de la II República no se habían realizado tantas películas de tan distintos temas, géneros, estilos y enfoques.
Para algunos el cine de Transición comienza en los años 60, cuando un grupo de directores de izquierdas realizan películas de gran calidad y dura hasta los inicios de los 80 cuando el PSOE  llega al poder.

El primer paso para acabar con el cine del Franquismo fue suprimir la censura (Real Decreto del 1 de diciembre de 1977). A modo de ejemplo observa las fotos «Retoques». Después, permitir la filmación de cualquier tipo de cine,  tolerar la entrada del cine internacional, ayudar con subvenciones a los directores y crear la infraestructura necesaria para modernizar la industria cinematográfica. Muchos analistas son de la opinión de que la herencia del franquismo en la cultura, como en otras parcelas de la vida de los españoles, sobreviviría al cambio político. Había que acabar con algo mucho más fuerte: la autocensura, y los fantasmas del Posfranquismo.

Ava Gardner posa en la década de los 50

El cine de la Transición buscó diferentes caminos para narrar los cambios que experimentaba la sociedad española pero a excepción de Juan Antonio Bardem con Siete días de enero, 1977, pocos directores recogen los acontecimientos de la Transición.

Temás y géneros:

 1.Cine históricoNarración de hechos históricos sobre la República, la Guerra Civil, la posguerra,  los maquis, la pobreza, etc. sin tergiversaciones. Películas como Pim, pam, pum…¡fuego! (1975) de Pedro Olea, La ciutat cremada (1976), Companys (1979), La largas vacaciones de 1936 (1976), Los días del pasado (1978) o Caso Savolta (1979).  Soldados (1977), de Alfonso Ungría.

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Uno de los grandes directores de esta etapa fue Manuel Gutiérrez Aragón con tres películas:  El corazón del bosque (1979),  Camada negra (1977) o Sonámbulos (1978). También se dedica a revisar el franquismo más inmediato, el de los momentos anteriores a la muerte de Franco Jose Luis Garci en Asignatura pendiente (1977).

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 Una pareja retoma una relación anterior fuera de los prejuicios y tópicos que habían influido en si educación es el tema central, y social, de la trama, la cual tiene ramas secundarias: él es un abogado sindicalista (se da a entender que es el recientemente fallecido Marcelino Camacho, líder histórico de CCOO) es una de las imágenes que el franquismo no hubiera permitido: la imagen de un líder sindical.

2. El cine  humor.  Furtivos (1975), de José Luis Borau, pone el humor en el personaje bobo de un Gobernador Civil dedicado a la caza y no en el provincia; en La escopeta nacional (1978), de Luis García Berlanga, donde se muestran las intrigas políticas y los grandes negocios turbios que se pactaban y sellaban en la cacerías. Cuenta la historia de un vendedor catalán de porteros automáticos que trata de conectar con un ministro para conseguir contratos jugosos. Para ello, se va de cacería y lo empieza a observar a toda una serie de personajes de la España del franquismo: curas, miembros del Opus Dei, un dictador de Sudamérica, personas económicamente influyentes…

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3. El Cine Documental. Pero si hay un género que trata de recuperar el pasado es el documental. En cuanto acaba la censura, la necesidad de contar de otra forma todo lo que había ocurrido en los cuarenta años antes se vuelve casi una obsesión. De todos los documentales de la época destacan La vieja memoria (1977), de Jaime Camino, que recorre, con testimonios, la II República y la Guerra Civil.  El proceso de Burgos (1979), de Imanol Uribe, donde se recoge el proceso a los presos de ETA en el año 1970, y las tres grandes obras de Basilio Martín Patino: Queridísimos verdugos, Caudillo y Canciones para después de una guerra. 

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4. Cine de  adaptaciones literarias: Pascual Duarte (1975), de Ricardo Franco, que se basa en la obra de Camilo José Cela, Parranda (1976), de Gonzalo Suárez o Akelarre (1982), de Pedro Olea. Pero quizás, la película más importante de la Transición sea El crimen de Cuencia (1979), de Pilar Miró. La historia de este crimen, que no fue tal, cuanta como un hombre que se había marchado de un pueblo a otro, pero por las presiones de los poderes locales se había apresado a dos pobres hombres que confesaron un crimen falso bajo las torturas. Pilar Miró quería con esta película hablar, no solo de la tortura de la monarquía Alfonsina, sino de las torturas que se habían realizado el multitud de cárceles durante el franquismo.

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5. El cine erótico y sexual, uno de tabúes del franquismo debido a la enorme influencia de la Iglesia católica. Frente al cine sexual heredado del “landismo”, aparece otro tipo de cine más adulto, serio y reflexivo reflejado en películas como La petición (1976), de Pilar Miró, Cambio de sexo (1977), de Vicente Aranda y con Victoria Abril, o Los placeres ocultos (1977), de Eloy de la Iglesia. De fuerte ruptura fue también las películas que tocaban el tema de la homosexualidad. Tema  prohibido taxativamente por el código de censura del régimen. Ahora surgen películas como  Un hombre llamado Flor de Otoño (1978), de Pedro Olea, o El diputado (1978), de Eloy de la Iglesia, donde el director trata dos vertientes del cine de la Transición: la propia homosexualidad y la política.

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6. Cine ambientado en los acontecimientos de la Transición. Hubo pocos directores que se atrevieran con los acontecimientos de este periodo destaca J. Antonio Bardem en 7 Días de Enero

Reconstrucción de los trágicos acontecimientos ocurridos en España en el mes de enero de 1977: el atentado de un grupo de ultraderecha contra un despacho de abogados laboralistas de la calle Atocha, vinculados al Partido Comunista, en el que murieron cuatro letrados y un administrativo y quedaron malheridos otros cuatro abogados. La matanza fue reivindicada por La Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista) y fue el suceso más grave ocurrido en la llamada Transición españ

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Otra película de corte más social es Redondela (1987), de Pedro Costa, y que hace una crónica de un extraño suceso relacionado con la desaparición de 4.000 toneladas de aceite de un depósito gallego. El abogado que lleva el caso trata de aclarar el asunto ante los tribunales pero se encuentra que los posibles testigos son asesinados de forma sospechosa al darse cuenta que los intereses políticos y empresariales llega hasta el mismo hermano de Franco.

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En El caso Almería (1983), de Pedro Olea, narra un trágico suceso acontecido el 10 de mayo de 1981 en España. Ese día tres jóvenes residentes en Cantabria murieron después de ser torturados, vejados y asesinados por varios miembros de la Guardia Civil, tras ser confundidos con tres etarras, cuando se dirigían desde Santander por carretera para asistir a una Primera Comunión en la localidad almeriense de Pechina.

Del golpe de Estado del 23-F apenas hay películas que traten el tema: Operación Miguelete (1981), de Juan Luis Morales y Juan Carlos Rivas, que ha circulado muy poco y la reciente 23-F: La película (2011), de Chema de la Peña.

Resultado de imagen de disputado voto del señor cayoPor último, de la llegada al poder del PSOE tras las elecciones de 1982, hay una película titulada El disputado voto del señor Cayo (1986), de Antonio Giménez-Rico, basada en la novela de Pérez Galdós y que refleja lo sucedido en las elecciones de 1982.
En la parte social, películas como El nido (1980), de Jaime de Armiñan, se critica la mentalidad española de la época y retrata las relaciones sentimentales entre una niña y un hombre con bastante más edad. El film tiene un tono excesivamente intelectual y se ceba con la mentalidad española, al tiempo que expone sin tapujos cierta idiosincrasia, con sus distintos elementos, vicios.

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También se muestra el mundo de la televisión en filmes como Gary Cooper, que estás en los cielos… (1980) de Pilar Miró, donde describe el mundo del periodismo y la televisión de Madrid de un modo pesimista para la mujer.

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Uno de los temas que sí se han filmado es el del terrorismo, en concreto el de ETA.  Quizás el director que más ha tratado el tema es Imanol Uribe. El director vasco, es uno de los directores más respetados dentro del cine español y uno de los que ha puesto en peligro su vida por mostrar la crueldad de ETA en la gran pantalla. Su primera incursión en el conflicto es El proceso de Burgos (1979), de un documental basado en entrevistas a los prisioneros en las cárceles que protagonizaron el atentado de Melitón Manzana, comisario de Guipúzcoa, en agosto de 1968. En 1983 dirige La muerte de Mikel, donde narra como el asesinato de un farmacéutico por parte de la banda es aprovechado por los partidos políticos en sus intereses partidistas.

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En 1981 filma La fuga de Segovia, donde en el verano de 1977, un preso político, que vive en el exilio, relata las circunstancias de su fuga a un reportero: en abril de 1976, un grupo de etarras planea fugarse de la cárcel, pero el proyecto fracasa cuando los guardias descubren el túnel que están excavando. Los reclusos, lejos de desanimarse, empiezan un segundo túnel. Tras ocho meses de dificultades, consiguen fugarse. Dadas las delicadas circunstancias de los últimos meses del franquismo y el despertar de los primeros brotes de la Transición, la fuga del grupo tuvo sorprendentes consecuencias.

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Con Días contados, 1994, consigue el aplauso de la crítica y del público. Protagonizada por Carmelo Gómez, el film muestra como un pistolero de ETA se va dando cuenta paulatinamente del sin sentido de asesinar por unos ideales en los que ya no cree. La película recrea la colocación de un coche-bomba y un posterior atentando que acaba en un fracaso en las primeras operaciones de la banda terrorista.
Gillo Pontecorvo filma Operación Ogro (1979), donde en una casa del País Vasco un hombre y una mujer recuerdan su pasado. En su juventud, él y otros tres hombres formaban un comando cuya misión era secuestrar al almirante Carrero Blanco para intercambiarlo por presos políticos. Sin embargo, cuando estaban a punto de cumplir su objetivo, Carrero fue nombrado Presidente del Gobierno y, entonces, sus planes cambiaron. El hombre se está muriendo, pero sigue siendo partidario de la lucha armada, mientras que sus antiguos compañeros piensan que ha llegado la hora de seguir los cauces democráticos.
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Pero quizás, donde más se ha mostrado la fatalidad de la violencia etarra sea en los documentales. El mejor de todos es La pelota vasca (2003), donde Julio Medem hace un espléndido trabajo de archivo y entrevistas a ciudadanos vascos que cuentan en primera personas como viven el conflicto en el día a día de sus vidas.

 

Pero no todo es negativo en el cine español de la Transición. Los cineastas, productores y espectadores de los años 1975-1982 cambiaron de forma drástica sus modos de vida y de pensamiento y deseaba fervientemente el cambio y apoyaron de una forma u otro la forma de hacer cine, aunque la taquilla no acompañase. Pero el problema de la taquilla no se debe solo al tipo de cine sino al medio en el que se exhibía las películas y la calidad de las proyecciones, aunque en gran parte, eso hay que reconocerlo, se debió al cambio tan radical del tipo de películas, películas que el público no estaba acostumbrado a ver y que en un principio generó rechazo.
Hay que olvidar el tópico de cine de “tetas y de guerra civil” que hasta ahora ha impregnado el ideario colectivo del espectador español y reconocer el por qué de ese cine, el por qué de la necesidad de reinterpretar la historia y poner en valor el cine social incipiente de la Democracia. Es cierto que la época de la Transición estuvo en parte encasillada por esa temática, al igual que lo estuvo el cine norteamericano de los 40 y 50 en las películas sobre la II Guerra Mundial o el cine francés de corte social de la Nouvelle Vague tras los movimientos sociales de Mayo del 68.
Tras una perspectiva de casi 40 años va siendo hora de superar esos tópicos y reconocer en su justa medida el cine de la Transición así como a sus protagonistas y colocar en la historia cinematográfica española esta época.  Carlos Saura, Pedro Olea, un joven Pedro Almodóvar con Pepi, Luci, Boom y otras chicas del montón y otros muchos intentaron mostrar una sociedad cambiante. El pico , de Eloy de la Iglesia, película considerada por los autores como la que mejor retrata la época de la Transición española.

Fuente consultada: fcom – Universidad de Sevilla

 

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