Rollo jurisdiccional. Peñaranda de Duero. Vicente Arranz

Rollo Peñaranda de Duero. Dibujo. Carmen Arranz. 2019

Apuntaba alto, ya lo creo que apuntaba alto en 1472, D. Pedro de Zúñiga y Avellaneda, 2º conde de Miranda casándose con Catalina de Velasco y Mendoza, hija de los Condestables de Castilla.

Tan ventajoso matrimonio, le emparentaba con lo más granado de la nobleza castellana, hacía las paces con los Reyes Católicos y poco después, capitaneaba con su suegro y otros nobles la conquista del Reino de Granada.

Los éxitos en el campo de batalla y el favor de los Reyes le otorgaron el privilegio jurisdiccional para la sede de su mayorazgo, inmortalizado con la construcción del Rollo monumental que reconocía a Peñaranda como Villa Señorial con jurisdicción propia.

El Rollo se constituía en icono y aviso para caminantes de la existencia  en la villa de una autoridad señorial con autonomía fiscal y judicial. Además de reflejar la riqueza e identidad de los nuevos “Señores”.

Hacia el año 1485, los maestros de cantería de origen alemán, Juan de Colonia y su hijo Simón trabajaban con taller propio en la ciudad de Burgos construyendo el Palacio (Casa del Cordón) y la Capilla de los Condestables en la Catedral.

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Cimborrio capilla de los Condestables. Catedral Burgos. Los Colonial

Por esas mismas fechas los condes de Miranda, hijos de los condestables, encargaron el Rollo Jurisdiccional de Peñaranda.

Rollo gótico-isabelino, siglo XV. Peñaranda de Duero.

Tan noble como sus promotores, el Rollo se alzaba  majestuoso sobre  un graderío de seis escalones de piedra con la  imponente  verticalidad de casi 15 metros de altura.

Emblema de poder, justicia y riqueza, el Rollo aunaba la dignidad de la nueva villa jurisdiccional de Peñaranda, el poderío de los condes  de Miranda y el trabajo preciosista e internacional de los maestros de cantería burgaleses.

De los 39 Rollos documentados en la provincia de Burgos ninguno se le compara ni en porte ni en riqueza ornamental. Y de los casi dos centenares que aún existen en España, únicamente el rollo levantado un siglo más tarde por los Pimentel en Villalón de Campos se le resiste por conservación y ornamentación, pero no por antigüedad o grandeza.

En origen, el Rollo estaba ubicado fuera de la muralla en la  entrada sur de la localidad, frente a la puerta del Arco de la plaza, conocida como puerta de la Villa.

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Quien tuvo la dicha de contemplarlo recién inaugurado… Bien pudo exclamar: “¡Qué  maravilla!”:

Impresionado por el grandioso  pilar fasciculado de blanca piedra caliza.

-Los pendones desplegados y los escudos pintados.

-Las vigilantes cabezas con forma humana de los leones protectores y la variedad de las ménsulas  con atrevidas figuras animales.

-Y por la afilada aguja  terminal, labrada con motivos vegetales y bolas en croché  que se perdían en el cielo…

Los Decretos de las Cortes de Cádiz de 1811 ordenaron a los municipios destruir los rollos y picotas por considerarlos símbolos de vasallaje y dominación feudal. En Peñaranda como en otras lugares, el Rollo se  mantuvo en pie a cambio de eliminar los símbolos señoriales: se destruyó el anclaje de los gallardetes, se picaron los escudos, se cortaron las cabezas de los leones y se tronchó el remate final por una veleta de acero sin valor  ornamental. La mutilación más que   simbólica fue severa.  

Mutilaciones. Rollo Peñaranda de Duero.

¡Pobres Rollos! Se lamentaba el Conde de Cedillo en el Ateneo de Madrid a comienzos de 1917.

“Pobres Rollos Jurisdiccionales desposeídos de su emblema de autonomía municipal y convertidos  en Picotas (poste de exhibición de ladrones y asesinos)”.

Picota medieval. Maderuelo. Segovia.

Pero no fue el caso  de Peñaranda. Aún recuerdo el “cepo medieval” de madera que servía para esos menesteres y que tantos años después fue utilizado de banco para sentarse en el actual soportal del Ayuntamiento. La Casa de la Villa que fue Audiencia, tenía Sala de Presos.

Tras años de dejadez y abandono, fue declarado BIC en 1931 y Pons Sorolla en los años ‘60 lo integró en el proyecto de rehabilitación de la Plaza Mayor, reubicándolo sobre un graderío más pequeño en el sector sur de la plaza, su lugar actual. El obligado despiece y recolocación posterior, debido al traslado, se aprovechó para proteger las partes mejor conservadas, manteniéndose intacto el porte monumental del  fuste gótico-isabelino del s. XV, pese a los destrozos de los Decretos liberales y de los fríos inviernos castellanos.

Su actual ubicación ha servido para favorecer su conservación pero no para tener el protagonismo con el que fue concebido, por eso debiera salir de la plaza a su espacio originario  de extramuros.

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Sección Sur de la actual plaza Mayor de Peñaranda de Duero.

Y se debiera reordenar todo el conjunto de la calle La Cava, recuperando la grandeza que por justicia le corresponde al Rollo, como faro gótico que anuncia el carácter de Villa con jurisdicción señorial que Peñaranda tuvo y  las grandes construcciones renacentistas  que los “Señores”, condes de Miranda, realizaron  pocos años después.

Artículo escrito por Vicente Arranz para la revista del municipio,. 2018.

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