Estela hispanorromana. Peñaranda de Duero. V. Arranz

“Ana Maluga amaba tanto a su marido Gaio
Petelio Paterno que quiso permanecer junto a él hasta la eternidad”

Este es el escueto mensaje de la inscripción que figura en la parte inferior de la estela de Peñaranda de Duero.

Y esa “dignitas” familiar, labrada maravillosamente en una lápida de piedra caliza, hoy nos llena de orgullo al poder reconocernos en la nobleza de su gesto y en la delicada belleza de su ejecución. Máxime, cuando todo esto sucedió hace casi 2000 años.

G.·PETELIO·PATERNO · G.·HAERIGI·F· ANNO·LVI · ANNA·MALUGA·VXOR · MARITO

“A mi marido(difunto) de 56 años Gaio Petelio Paterno, hijo de Gaio Herigio Su esposa Ana Maluga”

Una estela es un monumento funerario de piedra maciza dispuesta en posición vertical sobre el suelo, representa el paso de la vida al más allá  y señaliza el lugar de enterramiento del difunto, siempre fuera de la ciudad.

El politeísmo religioso romano tuvo su correspondencia en la diversidad de ritos funerarios, pero la pulcra asepsia de la incineración y la sobria dignidad de la Estela son los dos componentes que mejor recogen la actitud de Roma ante la muerte.

Henner von Herzberg, experto arqueólogo alemán del mundo clásico, considera que los “monumenta funeraria” romanos son una muestra de los valores de la ciudadanía de Roma y un escaparate de prestigio social.

Por eso, la familia Petelio, perteneciente a la gens Galeria y representantes de la élite celtibérica, eso sí, plenamente romanizada,  nos muestra en su estela funeraria la pervivencia en el más allá de los logros que han alcanzado en vida, el “honor” del difunto G. Petelio y la “virtus” de su esposa Anna Maluga, que la mandó construir; grabando en la dureza de la piedra caliza el reconocimiento  social de su  memoria.

La esposa A. Maluga se gastó sus buenos sestercios contratando a canteros, tallistas y grabadores de oficio reconocido, porque la talla en bajorrelieve con depurada técnica a bisel, la iconografía del disco solar generador de los cambios de la vida, el calado geométrico del cuerpo central y la “ordenatio” de la inscripción son de gran calidad y refinamiento técnico.

Tradición y modernidad. El fondo cultural celtibérico -con las referenciales astrales, la figuración geométrica y los “nomen” gentilicios indígenas- se integra en  un nuevo molde romano donde los monumentos funerarios, la  técnica de talla a bisel  y los nombres autóctonos latinizados nos ilustran de la modernidad y de los cambios que se han operado por estas tierras altas del Duero, allá por el s. II de nuestra era.

Si estuvo en el entorno de Clunia Sulpicia junto a otras estelas, como las encontradas en San Juan del Monte, Peñalba de Castro, Coruña del Conde, Huerta del Rey…, formando un conjunto funerario a lo largo de una calzada principal romana, o si por el contrario, permaneció con noble quietud entre cipreses y jardines en una villa de su propiedad, nunca lo sabremos.

Pero en 1905, el estudioso padre agustino Tirso López, escribía “La inscripción se ve en la esquina de un edificio bajo que hace frente al cuartel de la Guardia Civil en la calle Real de Peñaranda de Duero”.

Años más tarde, se trasladó la estela al Museo Arqueológico de Burgos donde permanece en la actualidad. Aislada  del sentido y de los valores culturales  con los que fue concebida.

“…En el mundo romano,
los monumentos funerarios deben ser considerados, por encima de todo, como elementos de autorrepresentación social y de prestigio, orientados tanto a la exaltación del difunto como a la de su familia, al tiempo que a recordar a paseantes, observadores o visitantes, valores fundamentales como la virtus, la pietas e incluso el honor del difunto, contribuyendo así de manera decisiva a la perpetuación social de su existencia”
. Hesberg, 1994.

A las piedras como a las plantas no les sienta bien cambiar de sitio, pues pierden su ubicación y desorientadas,  mueren. Por eso, consérvese la piedra romana  en el museo. Y recuperemos la “virtus y la pietas ciudadana” de nuestra estela, con una reproducción del original en acero corten, para situarla con sus dos metros de altura cerca del actual  Cementerio…  Como justo  homenaje a ese viaje a “la modernidad y a la permanencia” que los Petelio iniciaron en la antigüedad y que al final de nuestras vidas todos  debiéramos  emular. Vicente Arranz. Invierno 2019.

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